Según algunos medios, enjuagues como Xyntrus o algunas sustancias antisépticas como el Cloruro de Cetilpiridinio (CPC) destruyen el SARS-CoV-2. Te explicamos por qué eso no significa que usar enjuague evitará que te enfermes de COVID-19.
POR EVELYN C. AYALA
Podrás tener la boca limpia y con un agradable sabor a menta, pero más allá de la correspondiente higiene lograda, los enjuagues bucales como preventivos ante SARS-CoV-2 siguen sin ser una opción eficaz comprobada.
Eso incluye el llamado Xyntrus que se anuncia a través de medios sociodigitales y su página web como el primer y único “bioenjuague oral” capaz de “anular el Covid en cuestión horas en un 99.9%” o cualquier otro que parezca serlo porque según notas en medios informativos nos hagan creer que son la solución.
Cierto, compuestos de este tipo de productos, como el cloruro de cetilpiridinio (CPC) y el D-limoneno, son parte de líneas de investigación sobre su posible acción profiláctica contra ese coronavirus, pero todavía están a prueba en laboratorio.
Esta posible propiedad se investiga desde mayo 2020 a partir de considerar que si los enjuagues eliminan bacterias causantes de padecimientos bucales, podrían entonces inactivar el SARS-CoV-2… pero una cosa son algunos patógenos que afectan el interior de la boca y otra, los virus. Es inviable, hasta ahora, intentar combatirlos de la misma forma.
Ambos son microscópicos, pero virus y bacterias son muy diferentes:
- Los virus son más pequeños que las bacterias. De hecho, el SARS-CoV-2 tiene “un diámetro que oscila entre los 60 y 140 nanómetros” y se requiere incluso de microscopios especializados para poder obtener imágenes del mismo –gracias a eso sabemos qué tipo de cubrebocas son eficientes y sobre su presencia en partículas suspendidas en el aire.
- Las bacterias son más cercanas al ser humano de lo que pensamos. Algunas son incluso necesarias porque nos ayudan a enfrentar algunas enfermedades, como lo señala este artículo de la Revista de Gastroenterología de México.
También es cierto que hay bacterias causantes de enfermedades periodontales prevenibles con antisépticos -sustancias que inactivan microorganismos en tejido vivo- como los enjuagues bucales.
Su eficacia y seguridad se mide bajo cuatro parámetros: amplio espectro de acción (útil contra virus, bacterias y esporas), que sea rápido, de tiempo prolongado e inocuo para el cuerpo humano con base en un uso controlado.
Volvemos al punto: los enjuagues bucales son compuestos antisépticos, pero hasta ahora ninguno ha probado ser totalmente efectivo para prevenir o aminorar los efectos de la COVID-19.
El problema de creer que sirve como preventivo es que lo usemos en forma desmedida y nos provoquemos lesiones en la garganta o boca, o fallas en las pruebas para detectar el virus.
D-limoneno y CPC: las sustancias investigadas
Sobre el tema, Proceso escribió basándose en un estudio publicado el 10 de enero de 2022 en el Journal of Oral Microbiology, por el Dentaid Research Centre, institución privada que formula productos bucales.
Según esa información hay al menos dos componentes prometedores para inactivar al SARS-CoV-2: D-Limoneno y cloruro de cetilpiridinio (CPC)… pero ¿qué son ambos?
El D-limoneno –de acuerdo con el diccionario del Instituto Nacional de Cáncer (NIH por sus siglas en inglés)- es un terpeno, es decir una sustancia encontrada en algunas plantas, principalmente del grupo de aceites limón o naranja.
Claudia Delgado López, química fármaco bióloga y docente del Colegio de Ciencias y Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indica que se utiliza como saborizante o aromatizante, pero carece de “efectos terapéuticos sobre los organismos”.
Lo mismo señala Gloria Gutiérrez Venegas, investigadora del Laboratorio de Bioquímica de la Facultad de Odontología de la UNAM: “se usa mucho como aromatizante, y es el 90 por ciento del aceite extraído de la cáscara de los cítricos”.
Acorde a la bibliografía científica también puede inhibir la acción de algunas bacterias al actuar sobre sus membranas citoplasmáticas, las cuales puede romper, venciendo la protección de la bacteria e inactivándola. Algunas de esas propiedades se han probado en cultivos de microorganismos in vitro, pero no directamente en personas.
El CPC, por su parte, ha sido probado con actividad eficiente ante virus. Este compuesto es soluble en alcohol y otros surfactantes que propician el contacto con la capa lipídica de los virus para degradarla y provocar su inactivación.
“Se utiliza más como antiséptico […] básicamente su actividad va a ser contra bacterias tanto gram positivas como gram negativas, tiene algún efecto colateral sobre el control de hongos porque en boca hay muchos problemas por candidiasis, y tiene una moderada actividad contra algunos virus”, aclara Gutiérrez Venegas.
De acuerdo con Luis Alberto Castillo Díaz, investigador del Departamento de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Sonora, el mecanismo de acción del CPC frente al SARS-CoV-2 es disgregar la capa lipídica (lo que facilita su inactivación) “y no puede infectar ni ensamblarse, ni mucho menos incorporar el material genético de la célula hospedera para replicarse e infectar otras”.
Entonces, ¿sirve o no sirven?
Para tenerlo bien claro, el artículo especifica que para investigar la eficacia de ambos compuestos se utilizaron “partículas tipo virus” (VLP, por sus siglas en inglés), es decir, proteínas obtenidas de la estructura inicial del SARS-CoV-2 que básicamente se parecen al virus real, pero son incapaces de infectar.
Sobre estas partículas se probó que el CPC al 0.05 por ciento podía romper las membranas de las VLP del virus utilizadas.
Para Castillo Díaz, “entre más se asemejen esas VLP al virus, más confiable podría ser el resultado”… pero sigue sin ser el virus, es decir, todavía es una investigación en proceso.
Más claro aún: el estudio está basado en un experimento con virus modificados. Esa es una limitante que impide considerar sus resultados como una forma definitiva de lo que ocurrirá con el SARS-CoV-2 real ante el CPC o un enjuague bucal que lo contenga.
Además, sigue sin probarse en personas.
Lo anterior implica que para afirmar que los enjuagues bucales son útiles contra el virus causante de la COVID-19 es necesario investigar más.
¿Y Xyntrus, el “bioenjuague”?
Según su información oficial, este producto surgió ante la necesidad de disminuir la carga viral en la boca por ser la principal vía de contagio mediante las gotículas de saliva que se emiten al toser, estornudar o hablar, cantar o gritar.
Pero, si bien esa es una vía de transmisión identificada, también es cierto que esos aerosoles no provienen exclusivamente de la boca y que, por ello, solo esa zona debe recibir toda la atención.
De acuerdo con un artículo publicado por Castillo Díaz y su equipo de trabajo en la Revista de la Asociación Dental Mexicana, el virus se aloja predominantemente en la mucosa nasal, bucal y faríngea durante los primeros 10 días de la infección, pero después pasa progresivamente a los pulmones.
Esto implica que si bien el epitelio de la boca -especialmente mucosa, lengua y glándulas salivales- es una entrada directa para el virus, son las vías aéreas de una persona infectada las que generan los aerosoles -gotículas de saliva- y pueden provocar el contagio.
Prueba de ello es que pacientes de COVID-19 en condiciones graves, que se encuentran sedados e intubados, también son un riesgo de contagio para quienes los atienden porque expelen estos aerosoles desde su sistema respiratorio.
Por lo tanto, un enjuague bucal sería insuficiente para evitar contagios, aún si su efecto se prolonga por cinco horas como presume hacerlo Xyntrus.
“Un enjuague bucal no es garantía ni preventiva ni como tratamiento contra el SARS-CoV-2. Ningún colutorio –complemento de limpieza bucal-, ningún dentífrico, ningún gel que usamos los odontólogos forma parte de la terapéutica contra el virus”, aseguró Castillo Díaz.
En síntesis: falta investigar más y en condiciones controladas para conocer los alcances de los compuestos de enjuagues bucales frente al SARS-CoV-2.
Mientras tanto, quedan las medidas de protección ya probadas: uso de cubrebocas, evitar espacios cerrados y aglomeraciones, y –por supuesto- la vacunación para disminuir el riesgo de padecer la gravedad de la enfermedad.
Fuentes:
1.- El enjuague bucal ayuda contra el mal aliento pero no previene la COVID-19
2.- ¿El enjuague combate al COVID-19? La UNAM responde que no
3.- Enjuague bucal rompe la membrana del SARS-Cov-2 y hace que el coronavirus sea menos contagioso
4.- El cloruro de cetilpiridinio promueve la desagregación de partículas similares al virus SARS-Cov-2
6.- Terpeno
8.- Guía de antisépticos y desinfectantes
9.- Xyntrus
10.- Papel de los tejidos orales durante la infección por SARS-Cov-2
11.- Revista de Gastroenterología de México
12.- El lado positivo de las bacterias
13.- Patógenos periodontales y sus relaciones con enfermedades sistémicas
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*Este artículo, así como las infografías y cápsulas incluidas en él, fue realizado con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida paraAmérica Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones.