La miocarditis no es un efecto significativo de las vacunas, pero de COVID-19, sí

Los poquísimos casos reportados de miocarditis tras las vacunas son eventos que han sido controlados con tratamiento. Las vacunas protegen el corazón de COVID-19.

Escucha #COVIDconCIENCIA/ Voz: Geraldine Castro Producción: José Ramón Sánchez Castañeda

Por Geraldine Castro

La frecuencia de los casos de miocarditis tras recibir una vacuna es, por decir lo más: mínima. Se trata de un efecto adverso bien vigilado con poquísimos casos que responden bien al tratamiento, situación que dista mucho del riesgo de miocarditis como consecuencia de una infección como COVID-19, el cual es mayor e incluye afecciones diversas.

“Estamos obteniendo el beneficio de las vacunas a cambio del bajo riesgo de evento adverso. No hay que perder de vista el gran número de dosis aplicadas en el mundo, con estas, el perfil de seguridad de las vacunas crece cada día más porque se acumula evidencia de que son seguras”, indicó Mauricio Rodríguez, profesor en el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina y vocero de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia por coronavirus.

Pese a esto, algunos medios vinculan de forma alarmante la vacunación con la miocarditis bajo titulares como “Hallan relación entre afectaciones al corazón y vacuna anticovid de Pfizer” y “Vacuna antiCOVID de Moderna tiene más chances de causar inflamación del corazón que la de Pfizer, según estudio”, lo hacen sin poner en perspectiva la aplicación mundial de más de 10 mil 650 millones de dosis e ignorar su incidencia extremadamente rara de un caso por cada 200 mil dosis aplicadas en la población en general, datos que al faltar dan la impresión de un riesgo mucho mayor del real.

Las notas también pasan por alto que más del 95 por ciento de los poquísimos casos de miocarditis después de la vacunación respondieron bien a las opciones de tratamiento, situación muy diferente entre quienes tuvieron complicaciones por SARS-CoV-2 como diversas afecciones cardiacas, embolias pulmonares y lesión renal aguda, por mencionar algunas.

Vigilancia continua

En redes sociales y cadenas de WhatsApp se vincula esta enfermedad con las vacunas de COVID-19, en la mayoría de los casos tergiversando lo referido por el Sistema de Informe de Eventos Adversos de Vacunas (VAERS) que es administrado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

VAERS funciona como un sistema en el que cualquier persona puede reportar sus sospechas de reacciones adversas relacionadas con las vacunas de modo que VAERS hace un seguimiento continuo, pero los casos que contabiliza no pueden tomarse como una estadística de efectos adversos.

Uno de ellos es el publicado en enero de 2022 en la revista JAMA, titulado “Casos de miocarditis informados después de la vacunación COVID-19 basada en ARNm en los EU. Desde diciembre de 2020 hasta agosto de 2021”. En él, los autores analizaron las veces que se reportó miocarditis en Estados Unidos tras recibir las vacunas producidas por Pfizer o Moderna. De una muestra de más de 192 millones personas, encontraron mil 626 reportes, 800 de ellos eran hombres y entre aquellos con 16 o 17 años había 105 casos por millón de dosis, un número mayor que entre poblaciones de otras edades.

A pesar de que sí hallaron casos, los investigadores refieren que en todos ellos se diagnosticaron pronto y tuvieron completa mejoría con medicamentos y reposo. Cosa distinta ocurre cuando se trata de una miocarditis típica; en esos caos hay síntomas que duran meses y cursos clínicos variables, “por ejemplo, hasta el 6% de los casos típicos de miocarditis viral en adolescentes requieren un trasplante de corazón o provocan la muerte”, refieren los autores. Nada de eso ocurrió a causa de las vacunas.  

El seguimiento puntual de las vacunas se hace mediante farmacovigilancia; en algunos casos es activa y en otros pasiva. En la activa se cuestiona intencionalmente a las personas por algún evento adverso de interés, mientras que en la pasiva la gente reporta eventos potencialmente atribuibles a la vacunación, que es el caso de VAERS.

No solo Estados Unidos tiene datos de farmacovigilancia pasiva, Reino Unido hace lo propio con el sistema Yellow Card y México con la COFEPRIS que define los lineamientos del seguimiento, aunque en este los datos no son públicos.

De hecho, este efecto adverso no apareció en el radar de los investigadores de un día a otro. Aun cuando se identificó que era mínimo, se ampliaron los grupos de evaluación para tener certeza de su incidencia en personas jóvenes. En este proceso y los siguientes, la seguridad de este efecto sigue siendo claramente menor al riesgo de no estar vacunado.

Por ejemplo, un estudio israelí publicado en el New England Journal of Medicine buscó casos de miocarditis en pacientes con una dosis de Pfizer en los datos de Clalit Health Services y reportó que de 2.5 millones de personas vacunadas había 54 casos de miocarditis, lo que da una incidencia de 2 casos por cada 100 mil personas.

Luego, otro estudio retrospectivo en Israel, publicado en la misma revista, publicó esta cifra incluyendo la revisión de 136 casos con diagnóstico definitivo o probable de miocarditis, pero en una población de 5 millones 100 mil personas con dos dosis de Pfizer-BioNTech titulado “Miocarditis después de la vacuna de ARNm BNT162b2 contra Covid-19 en Israel”. La revisión de casos fue supervisada por cardiólogos y reumatólogos. En esta reportan una incidencia de 1 caso por 100 mil personas, algo que posteriormente la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA, por sus siglas en inglés) comparó con la posibilidad de ser golpeado por un rayo alguna vez en la vida.

El COVID-19 sí aumenta el riesgo de miocarditis y su peligrosidad

El académico mexicano Mauricio Rodríguez señaló que para identificar riesgos de un tratamiento se debe comparar la vacuna contra la afección que se desea evitar. Esta es una evaluación que realizaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EU encontrando que el riesgo de miocarditis después de la infección con COVID-19 es mucho mayor, ya que “los pacientes con COVID-19 entre marzo de 2020 y enero de 2021 tenían, en promedio, 15.7 veces más riesgo de miocarditis en comparación con los que no tenían COVID-19”.

Los reportes de efectos adversos son analizados por su implicación en la salud y vida de las personas, pero también se inspeccionan en relación al daño que causa la enfermedad que se busca prevenir; algo que refleja un estudio publicado en Nature dirigido por Universidad de Oxford, el cual usó datos de 38 millones de personas mayores de 16 años.

Uno de sus hallazgos fue que había “entre 1 y 10 eventos adicionales de miocarditis en 1 millón de personas vacunadas con una primera o segunda dosis, pero 40 casos adicionales en 1 millón de personas infectadas con COVID-19”.

Además, señalan “mayores riesgos de pericarditis y arritmias cardíacas después de una prueba positiva de SARS-CoV-2”, asociaciones que no se observaron luego de las vacunas. Este estudio también enfatiza que “el riesgo de morbilidad y mortalidad de por vida después de la infección por SARS-CoV-2 es sustancial”.

Mauricio Rodríguez destacó que “el beneficio de las vacunas nos ha quedado claro en la tercera y cuarta ola, cuando vimos que la proporción de personas con enfermedad grave de COVID y con muerte fue notablemente menor que las dos olas previas; esto en gran medida gracias a la protección que dan las vacunas. Hay que voltear a ver esos números para entender que las vacunas protegen contra las formas graves de la enfermedad, contra la hospitalización y muerte. Con eso podemos estar tranquilos de que son seguras, efectivas y necesarias”.

Vigilar para actuar aún frente a un riesgo menor

Así que está identificado este efecto adverso con el suficiente rigor, se tiene claro que existe una reducida presencia y se sabe que este riesgo es menos significativo que el de padecer miocarditis a consecuencia de SARS-CoV-2, entonces ¿por qué se sigue estudiando? Una de las razones es identificar eventos raros y sus patrones para que los médicos logren diagnósticos tempranos y obtengan herramientas para tomar decisiones clínicas, también sirve para prever si los planes de vacunación requieren ajustes, lo que hasta ahora no ha sucedido.

Lo que sí ha pasado es que los CDC emitieron información al respecto, por ejemplo, advierten que en muchos de los casos reportados no se evalúo la presencia de una enfermedad viral al momento de la miocarditis; algo relevante dado que las infecciones sí están asociadas con una posibilidad de inflamación del músculo del corazón.

También recomiendan, como lo hace la Asociación Estadounidense del Corazón que las personas mayores de 5 años  se vacunen contra el COVID-19, ya que los riesgos conocidos del COVID-19 y las complicaciones  relacionadas con la enfermedad, “como problemas de salud a largo plazo, hospitalizaciones e incluso la muerte, superan los riesgos potenciales de tener alguna reacción adversa poco común posterior a la vacunación, como el posible riesgo de tener miocarditis o pericarditis”.

Al evaluar las peculiaridades de los casos, el onceavo Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas COVID-19, de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), puntualiza que: “Los datos disponibles indican que el curso de la miocarditis y la pericarditis en personas vacunadas no es diferente del curso de la miocarditis o la pericarditis en la población general, generalmente de buena evolución”.

Además, el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo (PRAC) señala que tras analizar toda la información disponible concluyeron que el balance beneficio/riesgo de Pfizer-BioNtech y Moderna “se mantiene favorable considerando la alta eficacia de estas vacunas en prevenir hospitalizaciones y muertes por COVID-19 y la baja frecuencia de aparición de estos cuadros, de curso generalmente benigno”.

Desinformación alrededor de las canchas

La falsa percepción de un riesgo por las vacunas ha sido malinterpretada y también falseada. Un caso muy conocido fueron las publicaciones de redes sociales que modificaron la narrativa de la afección cardíaca del futbolista Kun Agüero para relacionar su problema de salud con la administración de la vacuna, algo que fue desmentido por su cardiólogo.

Pero la mentira de los “corazones rotos” fue más grande debido a varias cadenas de WhatsApp y algunos medios que aseguraron que la mitad de los deportistas inyectados contra COVID-19 padecen miocarditis.

Dicha desinformación reproduce lo difundido en blogs que atribuyen estas palabras a Kirk Milhoan, cuyas declaraciones deforman los resultados del estudio titulado “Prevalencia de miocarditis clínica y subclínica en atletas de competición con infección reciente por SARS-CoV-2”, que en realidad revisó la prevalencia de miocarditis en atletas que se infectaron de SARS-CoV-2 y no entre quienes se vacunaron.

De hecho, tal estudio muestra los riesgos de COVID-19 para el corazón y por ende de no contar con una vacuna contra estas infecciones. El estudio publicado en JAMA Cardiology encontró que, entre mil 597 deportistas, 37 tenían miocarditis tras enfermar de COVID-19. Así que si de algo hay que preocuparse debería ser de vacunarnos para evitar problemas de corazón como consecuencia de esta enfermedad.


FUENTES:

  1. “Hallan relación entre afectaciones al corazón y vacuna anticovid de Pfizer”
  2. Vacuna antiCOVID de Moderna tiene más chances de causar inflamación del corazón que la de Pfizer, según estudio
  3. COVID-19 vaccine doses administered
  4. Myocarditis after BNT162b2 mRNA Vaccine against Covid-19 in Israel
  5. Safety of the BNT162b2 mRNA Covid-19 Vaccine in a Nationwide Setting
  6. VAERS
  7. Myocarditis Cases Reported After mRNA-Based COVID-19 Vaccination in the US From December 2020 to August 2021
  8. Infectious Diseases Society of America
  9. Coronavirus vaccine – weekly summary of Yellow Card reporting
  10. Myocarditis after Covid-19 Vaccination in a Large Health Care Organization
  11. Myocarditis after BNT162b2 mRNA Vaccine against Covid-19 in Israel
  12. Association Between COVID-19 and Myocarditis Using Hospital-Based Administrative Data United States, March 2020–January 2021
  13. Risks of myocarditis, pericarditis, and cardiac arrhythmias associated with COVID-19 vaccination or SARS-CoV-2 infection
  14. Clinical Considerations: Myocarditis and Pericarditis after Receipt of mRNA COVID-19 Vaccines Among Adolescents and Young Adults
  15. Questions About COVID-19 Vaccination
  16. 11º Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas COVID-19
  17. Prevalence of Clinical and Subclinical Myocarditis in Competitive Athletes With Recent SARS-CoV-2 Infection. Results From the Big Ten COVID-19 Cardiac Registry

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*Este artículo, así como las infografías y cápsulas incluidas en él, fue realizado con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida paraAmérica Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones.

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